Como os contábamos en la primera parte de este artículo, la visita al Symphony of the Seas no ha sido convencional; esta vez no pasamos por piscinas, restaurantes, teatro, salones, suites o bares, aunque de estos últimos podemos ver de pasada el biónico, donde varias personas contemplan boquiabiertas como dos brazos mecánicos de precisión preparan cócteles en una barra futurista. Tras el paso por esta zona nos adentramos en un área reservada a la tripulación, un puente exclusivo dotado de un enorme pasillo por donde podrían circular incluso coches, cruza de proa a popa todo el barco. Nicholas nos conduce a través de un discreto pasaje hasta una sala situada aproximadamente en el centro del buque que hace las veces de corazón del Symphony: el control central, una sala que tiene control de todos, absolutamente todos los parámetros técnicos de un barco de 258.000 toneladas de desplazamiento.
“Si el puente de mando es la cabeza del buque, esta sala es su corazón”, nos indica Nicholas Rose (director de programas medioambientales de Royal Caribbean que ya conocemos de la primera parte de este artículo), consciente del interés que provoca la llegada de este imponente barco a cualquier puerto. “Sabemos que la viabilidad de nuestro negocio pasa por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente, y desde muchos años estamos desarrollando una serie de programas que cubren muchas variables”, indica.
“Lo que está claro es una cosa: tenemos la responsabilidad de los huéspedes que viajan con nosotros, las personas que trabajan para nosotros y también sobre las comunidades que visitamos, que se une a una responsabilidad con los océanos y en el caso del mediterráneo los mares que son la esencia misma de nuestro negocio”.
“Sabemos que la viabilidad de nuestro negocio pasa por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente, y desde muchos años estamos desarrollando una serie de programas que cubren muchas variables”
Del mismo modo que sucede con los materiales que se acaban reciclando, las aguas negras (generadas por las máquinas) y grises (procedentes de residuos generados por los pasajeros) que genera el Symphony tienen una nueva vida gracias a las depuradoras y purificadoras de ultima generación que lleva a bordo, unas instalaciones que son mas propias de una pequeña ciudad que de lo que puede imaginarse dentro de las bodegas de un barco. Cuando hay necesidad de cargar agua fresca y potable la compañía tiene la norma de abastecerse únicamente en puertos donde no haya problemas de suministro o sequía, con el objetivo de no afectar a la población local. Esto tiene una importancia considerable en localidades (por ejemplo Palma de Mallorca) donde el consumo de agua se ve especialmente sometido a control en muchas épocas. También se usan desalinizadoras con sistema de osmosis inversa para potabilizar el agua que se toma directamente de las aguas en las que se navega y buena parte de las piscinas y juegos de agua de a bordo se llenan con esa misma agua salada tratada a bordo.
“El proceso con las aguas no tiene nada que ver con los barcos antiguos: estas se reutilizan tras numerosos procesos de purificación y las que salen al agua siempre lo hacen limpias y tan solo puede haber 1 parte de 1,5 millones que no esté purificada cuando sale al mar, una cifra que supera enormemente cualquier normativa internacional incluso en depuradoras de tierra“, reconoce con cierto orgullo el directivo de la naviera, que trabaja mano a mano con el Enviromental Officer, un rol que hace pocos años era exótico a bordo de los barcos y ahora se ha impuesto como uno de los responsables máximos del buen funcionamiento del barco y del cumplimiento de todas las normativas en la inmensa mayoría de las navieras. La preocupación y concienciación real por la sostenibilidad ha hecho que algo que era secundario hace décadas haya subido a prioridad máxima en el sector marítimo y particularmente en el de los cruceros por su crecimiento exponencial.
Las chimeneas siempre han sido uno de los elementos más iconológicos de un barco. Hace un siglo, la potencia de un buque se media por su número. Cuantas más había, más motores y más energía desarrollaba. Eso ha quedado muy atrás. Ahora el humo que sale por las chimeneas de un crucero es uno de los aspectos en los que se incide más. “La naviera está invirtiendo unas cantidades tan importantes como lógicas en tecnologías de reducción de emisiones con sistemas avanzados de lavado de gases y reactores catalíticos selectivos“, nos cuenta de nuevo Rose señalando el esquema de motores del buque. “Por otro lado, estamos estamos inyectando agua en la corriente de escape de las mismas, un sistema de limpieza que literalmente ‘ducha’ el humo que sale del barco y elimina ya el 98 por ciento de las emisiones de dióxido de azufre y entre 60 al 80 por ciento de las partículas emitidas”. Posteriormente, esas aguas son tratadas. ¿Existe algún otro medio de locomoción o edificio turístico o no que haga lo mismo? Creemos que no…
Lo anterior se conoce técnicamente como scrubbers: una tecnología con la que se limpia la emisión fruto de la combustión del buque de los contaminantes que contiene. Las moléculas de contaminante del aire son separadas del flujo gaseoso al entrar en contacto con un líquido, que puede ser agua, un reactivo químico o una combinación de ambos. El flujo gaseoso, una vez lavado, está mucho más libre de contaminantes que el que podemos encontrar, por ejemplo, en una chimenea de una comunidad de vecinos y puede ser emitido a la atmósfera. En el siguiente vídeo, el fabricante Wärstsilä explica en qué consiste este sistema de limpieza de gases:
Progresivamente y según se indica el ultimo informe de sostenibilidad de Royal Caribbean y sus compañías filiales, todos los nuevos motores que se van instalando en sus flotas van dotados de este sistema de limpieza de gases de escape o el sistema de purificación de emisiones avanzado (AEP) sus ventajas son patentes tanto para la navegación como para estancias en puertos como el de Palma o Barcelona tan cercanos a la ciudad. Esto en el caso de que éstos además no habiliten tomas de corriente para abastecimiento directo al barco sin necesidad de uso de combustible.
La consecuencia ya adelantada en el anterior artículo sobre el Symphony es que podemos afirmar que estamos ante una nueva generación de barcos que si bien en este caso tiene el doble de tamaño que uno de hace diez años, es mucho menos contaminante y notablemente más sostenible que dos barcos de una cierta antigüedad que sumen las mismas plazas. Esto tanto por sus modernos sistemas de gestión ambiental (con plantas de reciclaje, gestión de resíduos, depuración de agua) como por las eficiencias de escala en transporte de pasajeros pues no olvidemos que igual que un autocar es mucho más eficiente que cinco coches, lo mismo ocurre con un barco grande. La apuesta de Royal Caribbean y todas las navieras por ser punteras en el cuidado de los mares y la gestión sostenible de todos sus procesos, no tiene marcha atrás; es condición indispensable tanto para mantener su negocio como para asumir su cuota de responsabilidad hacia el planeta, especialmente nuestros mares.
Primera parte artículo: https://escalabcn.wpengine.com/2018/08/14/symphony-of-the-seas-un-gigante-en-sostenibilidad-parte-i-reciclaje-a-bordo/
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