¿Qué implica la llegada de cada buque de cruceros al puerto? Hoy en Escala Barcelona hacemos un ejercicio horario para entender todo lo que genera la visita de un buque.
Por Javier Ortega Figueiral
Esta temporada visitan Barcelona una media de dos cruceros al día. Pertenecen a todas las navieras del mundo y van desde grandes resorts flotantes a pequeños barcos-boutique de ultralujo. Barcelona les atrae. No solo por la ciudad y su hinterland, que resulta atractivo y único para quienes viajan por mar en sus vacaciones, sino también porque la capital catalana complementa perfectamente a este sector con su planta hotelera, su aeropuerto y una red ferroviaria que resultan fundamentales para la llegada o el regreso de estos viajeros.
Pero, ¿qué es lo que pasa desde que un buque tiene la ciudad a la vista hasta que abandona el puerto por una de sus dos bocanas rumbo a su siguiente escala? Este reportaje da respuesta a esta cuestión.
Como cada compañía es un mundo y cada barco es diferente, hemos abierto la mirada y creado una escala hipotética que mezcla un poco de cada compañía, un poco de cada tipología de barco y un poco de cada tipo de pasajero que pasa por Barcelona, bien sea realizando un tránsito entre un puerto y el siguiente, o bien recale aquí para iniciar su ruta, finalizarla o incluso ambas cosas, completando un viaje redondo. Esta es la cronología de lo que pasa en un crucero durante una estancia de trece horas en el puerto.
06:15 horas. El buque tiene la bocana sur a la vista. Desde la torre de control se coordina su entrada y una lancha de prácticos sale a su encuentro para ayudar en la maniobra desde el puente de mando. Hace buen tiempo. No hay viento y no es necesario requerir apoyo de los remolcadores, que, en todo caso, están a disposición como apoyo en la entrada y el amarre.
07:00 horas. Frente a la terminal asignada, una cuadrilla de amarradores complementa desde tierra a la tripulación encargada de los cabos y de asegurar que durante toda su estancia el buque quedará fijo. Al mismo tiempo, un equipo se prepara en la terminal para dar la bienvenida a los pasajeros a la ciudad y dirigirlos a su destino. Para los que realizarán excursiones, los autobuses ya están aparcados y listos. Los vehículos que harán traslados al aeropuerto también están preparados.
07:30 – 08:00 horas. Autorizados a bajar a tierra, los pasajeros usan las pasarelas previamente ajustadas por personal de la terminal. Una cincuentena de agentes de servicios portuarios ya están a la espera en el edificio para coordinar el desembarque, dirigiendo a cada pasajero a su destino: una visita turística, la recogida de equipajes y el transporte al aeropuerto o la coordinación de traslados especiales a terminales u hoteles.
09:00 horas. El primer grupo de pasajeros ya ha desembarcado y los diferentes tours por Barcelona y otras localidades ya están en marcha. De las 2.500 personas que viajan, un millar están de escala y el resto desembarcan. Los taxis, informados gracias a las previsiones del Port, se acercan a la parrilla de la terminal. También lo hacen otros vehículos con conductor. Unos realizarán visitas privadas más exclusivas por la ciudad, otros trasladarán a parejas y familias a diferentes hoteles del centro para rematar el viaje con dos o tres noches en la ciudad. De los 1.500 turistas que finalizan su viaje por mar, un 30% se queda en la ciudad y el resto va al aeropuerto a tomar sus vuelos de regreso a casa. Los que más han madrugado lo han hecho para tomar los vuelos que salen a media mañana rumbo a Estados Unidos, a otros países americanos o a Asia, ya sea directamente o a través de los hubs de Doha, Dubai, Abu Dhabi o Estambul.
10:00 horas. El buque es de nueva generación y tiene como combustible Gas Natural Licuado (GNL). Barcelona es uno de los contados puertos del Mediterráneo que ya puede abastecer a las embarcaciones con GNL desde una especie de gasolinera flotante, el barco Haugesund Knutsen. Aun llevando ese nombre, es el primero de su tipo que se ha construido en España. Tiene como base permanente la capital catalana, en el marco del proyecto europeo LNGHIVE2. Al contar con este servicio, el Port fomenta que a Barcelona lleguen cruceros propulsados por GNL, el combustible marino más sostenible que existe en la actualidad. Permanecerá varias horas junto al buque de pasaje llenando sus depósitos.
11:00 horas. Desde el barco se ha coordinado con la consignataria una orden especial de comidas y bebidas para las próximas semanas. Varios camiones llegan al muelle y por un portalón de carga decenas de pallets con productos de todo tipo, desde bebidas y aceites a perecederos, pasan de los camiones a las bodegas del crucero. Lo que se está cargando en Barcelona se convertirá en los días siguientes en platos gastronómicos que se disfrutarán durante la navegación.
12:00 horas. Mientras los camarotes que han sido desocupados a primera hora son limpiados por la tripulación de servicio, los equipos de reciclaje terrestre recogen los residuos que ya se han seleccionado y tratado a bordo para llevarlos a un centro de transferencia en tierra. El trabajo de reciclaje es estricto a bordo, antes de desembarcarlo correctamente. También a esa hora llega una furgoneta del Banco de Alimentos, que tiene firmado un acuerdo con la naviera para recibir una serie de kilos de alimentos que no van a ser consumidos a bordo. En definitiva, se fomenta la economía circular mediante el reciclaje y el aprovechamiento de la comida.
13:00 horas. Empiezan a llegar los nuevos cruceristas a la terminal. El equipo de seguridad cumple con su protocolo y les autoriza el paso una vez han cruzado los arcos y escáneres. Entre la una del mediodía y las cinco de la tarde irán embarcando escalonadamente 1.450 nuevos viajeros. Parte de ellos vienen directamente desde el aeropuerto, un porcentaje de cruceristas procedentes de otros puntos de España lo hacen a través de la estación de Sants, y otros han estado disfrutando un par de días de Barcelona, subiendo la ocupación media de los hoteles y comprando en el comercio de la ciudad, tanto en el de grandes marcas internacionales como en el local.
14:00 horas. El goteo de nuevos viajeros es constante. Todos son atendidos por un amplio equipo de tierra contratado para la llegada de los buques. También empiezan a regresar a bordo los primeros grupos que han ido a visitar algunas zonas de Barcelona. Varios cargan con compras. El embarque de los viajeros de escala se resuelve más rápido que el de los recién llegados, que han de pasar todos los trámites.
15:00 horas. Con un maletín y una identificación especial, sube a bordo un afinador de pianos. Barcelona tiene la singularidad de poder ofrecer este servicio a los cruceros, que llevan varios de estos instrumentos a bordo, los cuales tienen que ajustarse con más frecuencia que aquellos que están en tierra, ya sea en un teatro, una sala de conciertos, una escuela o un domicilio.
16:00 horas. Desembarca un grupo especial de visitantes. Agentes y prescriptores de viaje llegados desde diferentes puntos del país han aprovechado la escala de este barco para conocerlo en primera persona para poder comercializarlo en sus agencias de viajes o promocionarlo en sus medios de comunicación. La representante de la compañía estrecha la mano de todos y todas, que parecen salir satisfechos con las instalaciones y los futuros itinerarios, muchos saliendo de Barcelona. “Es un buen producto que podremos vender bien”, dicen algunos mientras se fijan en detalles de la terminal; coinciden en que no hay punto de comparación con otras instalaciones similares del Mediterráneo.
17:00 horas. Llegan los últimos vehículos a las puertas de la terminal: taxis, minibuses y coches de alta gama con conductor. Algunos han aprovechado bien su día en Barcelona antes de emprender la nueva etapa del viaje. En el muelle, el personal encargado de equipajes sigue subiendo las maletas. Los camiones que han provisto de todo tipo de víveres al barco ya se han marchado y únicamente queda una grúa móvil que ha estado toda la jornada montando una antena de comunicación nueva para mejorar la cobertura telefónica, unos trabajos que se han decidido ejecutar en Barcelona por la duración de la escala y la disponibilidad de técnicos locales contratados especialmente.
18:00 horas. El Haugesund Knutsen ya ha cumplido su cometido: ha llenado de GNL los depósitos para las próximas jornadas y se retira a su amarre habitual en el muelle de la energía. Un remolcador ha sido testigo de la maniobra y ha estado pendiente por si se necesitaba su intervención. No ha sido el caso. En la terminal, el personal barcelonés contratado por la naviera ve cómo el ritmo de trabajo va bajando. La mayor parte de los viajeros de escala ya han regresado a bordo en grupos. En las tiendas de la terminal se hacen las últimas compras y algunos tripulantes que han tenido unas horas libres se dirigen a paso ligero a bordo. Embarcarán por un acceso de servicio para llegar directamente a sus puentes.
19:30 horas. Una lancha de la corporación de prácticos vuelve a acercarse. Uno de los capitanes de la Marina Mercante con base en Barcelona sube a bordo y junto al capitán preparan la maniobra de salida, en coordinación con el resto de tráfico que llega y sale del puerto. A esa hora hay varias entradas de ferris de línea regular y salidas de otros buques de cruceros. En la terminal, los empleados han acabado prácticamente su turno de trabajo. Misión cumplida con los que desembarcaron, con el nuevo grupo que ha subido a bordo y con los pasajeros en tránsito. No ha habido problemas y todo ha sido fluido. Casi no quedan vehículos en el exterior de la terminal. También han cumplido su cometido, como el resto de las decenas de personas implicadas directamente en una escala de un buque, y como los centenares que indirectamente, a veces sin saberlo, también tienen carga de trabajo gracias a este sector.
20:00 horas. Los amarradores largan los cabos y el buque se va separando del muelle. Aproado hacia el sur, llega en cuestión de minutos a la bocana. El último actor barcelonés vinculado con la escala tiene la misma profesión que el primero: un práctico, que se despide del capitán y los oficiales de puente hasta una próxima visita.
Así transcurre, a grandes rasgos, una escala-tipo de un crucero. Cada llegada de un buque de turismo supone trabajo, movimiento, coordinación y, al final, una aportación extra a la economía de la ciudad: desde la caja del puerto por tasas, a sueldos de empleados y gasto del visitante en transporte, estancia, compras o comidas. Y, sobre todo, continuar poniendo a Barcelona en el mapa de ciudades a visitar… llegando por mar.
Fotos: Royal Caribbean Intl, MSC Cruceros, Port de Barcelona, Adobe Photostock
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