Por Patricia Castán
Tras una brillante carrera dedicada al deporte de alto nivel, la barcelonesa Paula Gilabert cambió las piscinas olímpicas por el Aquatheater de los cruceros de Royal Caribbean International, donde ejecuta saltos y acrobacias como una de las artistas de los fascinantes espectáculos que cientos de turistas disfrutan cada día.
Encaramada a lo alto de una de las dos plataformas de saltos que caracterizan a los barcos de la clase Oasis de Royal Caribbean International, Paula Gilabert parece llevar toda la vida entre la tripulación ‘artística’ de la famosa naviera. Reina en lo alto, con saltos de hasta 17 metros, bajo la mirada atenta del público que suele abarrotar el Aquatheater de estos buques, tan fascinado por el espectáculo acuático como por el horizonte azul que les recuerda en todo momento que están disfrutando de un crucero. Lo que los pasajeros de estos cruceros ignoran es que esa joven que se mueve como pez en el agua es barcelonesa, la única entre su tripulación en el momento en que Escala Barcelona la entrevistó.
Dar con talento ‘made in Barcelona’ todavía es infrecuente en el sector crucerístico, pero las navieras empiezan a moverse para que los profesionales locales puedan hacer carrera a bordo. Si la capital catalana es el primer puerto europeo de cruceros -argumentan desde el Consejo para la Sostenibilidad de los Cruceros recientemente creado en la ciudad a instancias del Port de Barcelona-, también debe ejercer de cantera laboral para una actividad que ofrece un abanico enorme de posibilidades, en ingeniería, náutica, gestión, animación, administración, relaciones públicas, cocina, hostelería…
Deportista y artista
En ese contexto, el caso de Paula Gilabert es especialmente llamativo porque se trata de una deportista de alto nivel, saltadora, que ha reciclado su carrera integrándose en los trepidantes espectáculos de la compañía estadounidense Royal Caribbean International. Gilabert, hija de atletas, ha pasado buena parte de su vida entrenando y compitiendo en campeonatos nacionales e internacionales de salto. Cuando tras la pandemia se retiró del circuito profesional, se atrevió a dar un giro radical sacando partido de sus habilidades. Quién le iba a decir que un crucero le permitiría -por primera vez- vivir del deporte, y además en un entorno de menor presión, donde no hay medallas que ganar, sino un público rendido a sus exhibiciones. “Decidí seguir un camino artístico y descubrí esta oportunidad buscando por mi cuenta agencias americanas”, rememora. De hecho, el gusanillo apareció tras ver un vídeo de una actuación a bordo. “Decidí trabajar para conseguirlo”, añade.
En 2021 empezó su carrera de saltadora en Royal Caribbean gracias a su actual agencia, AJ-Show Talent. Desde entonces los vídeos de las impresionantes actuaciones en el Wonder of the Seas suman miles de visualizaciones y muestras de admiración en sus redes sociales. “Estoy muy contenta de poder actuar en los grandes escenarios del Aquatheater, porque estoy trabajando realmente en lo que me apasiona en la vida”, explica. Apostilla que “compartir todo el trabajo realizado en tu carrera deportiva mezclándolo con clavados, bailes, acrobacias… mientras ofreces toda tu energía al público es algo muy especial”.
Perfiles para trabajar en alta mar
Para su puesto de trabajo en el departamento artístico, el requisito era ser saltadora de trampolín. “Siempre es mejor tener experiencia internacional y en competiciones importantes. Participar en el campeonato del mundo de Rusia y en el campeonato de Europa de Croacia en 2016 me permitió mostrar a la empresa mi trayectoria como saltadora”, recuerda, totalmente integrada en la vida cotidiana del crucero más grande del mundo.
Paula Gilabert dio un giro a su vida profesional: dejó la alta competición y aprovechó sus habilidades cultivadas en los trampolines de las piscinas olímpicas para dar el salto al mundo del espectáculo.
Se da la circunstancia de que en este ámbito “la lengua pasa a un segundo plano” porque no trabajan directamente con los huéspedes, de modo que “el idioma no es esencial en un principio”. Sin embargo, sí que “es un requisito al final del contrato que todo el mundo sepa hablar inglés”, indica Gilabert.
En el resto de los departamentos a bordo, además del idioma, puede ser importante tener buenas habilidades sociales, como ser extrovertido, simpático, apasionado y comprometido, para poder tener un buen trato con los huéspedes, afirma. Sabe que si hay pocos españoles trabajando en el sector es porque muchos desconocen las oportunidades laborales que ofrece.
Vida a bordo
La gran pregunta es si resulta fácil adaptarse a la vida a bordo. Paula relata que los turnos de trabajo se organizan según una planificación semanal, en función de los ensayos, los espectáculos y otras actividades, como formación o reuniones. Puntualiza que “el tiempo libre no es igual para todos”. En particular, los artistas tienen la “suerte de poder gestionar el tiempo libre durante el día”, ya que normalmente actúan en doble sesión nocturna. Lo aprovechan para ir al gimnasio o “para salir y disfrutar de las diferentes ciudades”, en sus propias palabras.
En medio de la soledad que puede conllevar navegar durante semanas lejos de casa, opina que “la vida con los compañeros es la parte más gratificante de este trabajo”. Comparten tantas horas que “puedes sentirlos como parte de tu familia”.
Para quienes desconozcan el volumen de la ciudad flotante en la que trabaja Gilabert, baste decir que las tripulaciones superan las 2.000 personas. De modo que los espacios destinados a los trabajadores son enormes, incluyendo comedor, biblioteca, sala de juegos y bares. “Para mí fue fascinante descubrir que un crucero podía albergar a 7.600 personas, y que incluía pista de atletismo, 20 cubiertas y 21 restaurantes”, confiesa. Muy pronto dará el salto al Icon of the Seas, el nuevo buque de Royal Caribbean, el mayor y más moderno del mundo, y propulsado por gas natural licuado –el combustible más sostenible disponible en la actualidad– lo que aún la estimula más.
La parte más divertida
¿Lo más duro de esta experiencia vital? “Trabajar en un barco significa tener la sensación de que nunca sales de la zona de trabajo”. O “no poder escaparse de fin de semana”, admite. Pero ve muchos más pros. “La parte más divertida para mí es el desfile. Cada semana, para despedir a los huéspedes, nos disfrazamos y bailamos con los demás artistas del barco en la planta principal del Promenade”, detalla.
En este sector, es una privilegiada en tanto que la compañía tiene en Barcelona uno de sus puertos base, muy cerca del centro de la ciudad. Y, claro está, para ella viajar por medio mundo es un gran plus de su trabajo. Ha recorrido ya muchas escalas de Europa y América.
De la experiencia en alta mar destaca “el conocer otras culturas y otras formas de vida”. En concreto, ha convivido con personas de 11 nacionalidades, lo que supone “un gran aprendizaje en valores”, en opinión de esta gran embajadora del talento local.
Fotos: Paula Gilabert y Royal Caribbean International.
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