Los cruceristas sénior ayudan a deslocalizar el turismo en el territorio tanto en Barcelona como en Palma
Por Marta Albiñana
Continuamos con el artículo anterior dedicado a analizar cómo ha evolucionado la manera de visitar Barcelona o Palma por parte del crucerista de mayor edad, los ya conocidos como Baby boomers, segmento que se ha convertido en uno de los más interesantes a la hora de ofrecer experiencias de viajes tanto por su nivel adquisitivo como por su búsqueda de un modelo de visita basado en la cultura, las compras y la tranquilidad. Cuenta Ester Noguer, doctora en Turismo y profesora en Formatic BCN y en la Escuela Universitaria de Sant Pol de Mar, que ciudades como las comentadas ofrecen precisamente lo que el viajero sénior solicita: cultura, una oferta variada y diversificada, y “un índice de calidad elevado a precios muy asequibles”. Es más, como muchos cruceristas sénior suelen repetir sus visitas, en el caso por ejemplo de Barcelona, dedican su tiempo a descubrir también sus alrededores en busca de otras ‘joyas’ que se esconden más allá de las fronteras estrictas de Barcelona: las cavas del Penedès, los humedales de El Prat de Llobregat, las termas romanas de Sant Boi, las playas de arena fina, las puestas de sol y los castillos de Castelldefels y Gavà o la Colonia y la Cripta Güell en Santa Coloma de Cervelló. Además de ir de compras a La Roca Village. “De este modo, el turismo de cruceros se reparte y se dispersa”, recalca Noguer.
Se está favoreciendo la creación de empresas expertas en dar servicio a este tipo de turismo, con rutas a medida, especializadas y personalizadas, tanto dentro como fuera de la ciudad…
¿Y respecto a Mallorca? Un ejemplo de ésto ocurre claramente también en la isla. Cada vez son más los viajeros veteranos que, por su interés, y debido también a la reincidencia a la hora de recalar en el mismo puerto años consecutivos, en sus escalas, apuestan por joyas que brinda la isla como alternativa a la ciudad de Palma: las impresionantes Coves del Drach, en Porto Cristo, un mundo subterráneo con un ecosistema único; Alcúdia, al norte, donde la historia habla en todos sus rincones con la ciudad romana, o la Serra de Tramuntana, con sus inolvidables y encantadores pueblos como Banyalbufar, Deià o Valldemossa.
Si en la primera parte del artículo hablamos de cómo el crucerista sénior aportaba tanto a Barcelona como a las islas un flujo de visitantes desestacionalizado, en esta segunda parte hablaremos de cómo éste además ayuda a descentralizar las visitas desplazándolas del centro de las ciudades Además, las nuevas nacionalidades que llegan como visitantes al mediterráneo como consecuencia de un modelo basado en el estado de bienestar, nos aportan ahora un volumen creciente de estos cruceristas de incalculable valor.
Dispuestos a pagar más por experiencias auténticas
“En este contexto, se está favoreciendo la creación de empresas expertas en dar servicio a este tipo de turismo, con rutas a medida, especializadas y personalizadas, tanto dentro como fuera de la ciudad”, asegura Josep Maria Prat, doctor en Geografía (UAB) y en Historia, Historia del Arte y Territorio (UNED) e investigador post-doctoral del grupo TUDISTAR. Y es que el crucerista sénior, “más allá de pasear por el Paseo de Gracia, busca algo con ‘significado’, experiencias ‘auténticas’ relacionadas con la cultura”, subraya Gemma Cànoves, catedrática de la UAB y experta en Turismo.
Lo mismo opina Noguer: “Los mayores ya no se contentan con los tours tradicionales. Quieren participar, y con los cinco sentidos”. Piden, por ejemplo, visitas guiadas teatralizadas, armonizando así historia y teatro para mostrar el patrimonio y los entresijos de la Ciudad Condal desde un punto de vista atractivo, realista y diferente. Y para acceder a vivencias singulares, atención cualificada y rigurosa y calidad informativa, los viajeros mayores “están muy dispuestos a pagar más”, explica la doctora en Turismo.
El turismo sénior por mar, y no europeo, seguirá creciendo en los próximos años, especialmente en el Mediterráneo, incorporando nuevos perfiles
Josep Mª Prat (UAB)
En relación a esto, citar que el sector sénior vive una edad de oro en EEUU, donde el mercado crucerístico para ellos hace muchos años que está muy arraigado, comenta Prat. “Además, en Norteamérica, el número de este tipo de viajeros es altísimo”, constata. Según este experto, y en este sentido, Europa está despegando: “Hace unas décadas, el fenómeno del crucerista baby boomer solo se contemplaba en EEUU. Ahora ya se empieza a tener muy en cuenta en Europa occidental y se promociona como tal”. Así pues, añade Noguer, las empresas turísticas que rodean aquí al crucero –navieras, tour operadores, consignatarias y agencias de viajes- “se están adaptando y pasan de espectadores a actores en cuanto al turismo de los mayores se refiere”.
Viajeros de China, Rusia, Singapur y Brasil
Pero no sólo de norteamericanos se van a nutrir nuestras visitas. En 2025, los turistas de más de 65 años duplicarán sus viajes internacionales, sobrepasando los 180 millones de desplazamientos, señala el informe de Visa de 2016 realizado en colaboración con Oxford Economics. La tecnología, al igual que la globalización y la conectividad digital allanarán el camino. Y, a todas luces, el crucero cobrará mayor protagonismo si cabe, tal y como suscribe Josep Mª Prat: “El turismo sénior por mar, y no europeo, seguirá creciendo en los próximos años, especialmente en el Mediterráneo, incorporando nuevos perfiles”.
Subirán, pues, los viajeros procedentes de China, Rusia, Singapur y Brasil lo que supone una oportunidad a la hora de atraer una tipología de visitante internacional, culto y con gran interés tanto por realizar compras para ellos y para la familia como de recomendar este viaje en el seno del grupo familiar repitiendo a menudo con sus hijos y/o nietos.
En definitiva, los baby boomers se están convirtiendo en uno de los motores más sostenibles de la industria turística internacional; un segmento con un alto nivel de exigencia y un gran apego a los destinos que es y será, sin duda, muy bien recibido en ciudades como Palma y Barcelona, garantes de una experiencia de viaje cómoda e inigualable en lo cultural y que buscan además un modelo de visitante respetuoso y amable con su entorno y tradiciones. Estamos sin duda ante la conexión ideal entre visitante y destino turístico.