El enoturismo, uno de los baluartes del turismo sostenible y ecológico, decidido a crecer gracias al tirón de los cruceros en Barcelona
La llegada de más de tres millones de cruceristas a Barcelona en 2018 supone una “excelente oportunidad” para dar a conocer entre estos viajeros la riqueza vinícola que existe en Cataluña, contribuyendo así a una mejor distribución del turismo en todo el territorio, según el presidente de la Asociación Vinícola Catalana (AVC), Valentí Roqueta.
El enoturismo forma parte del modelo turístico de Cataluña. Roqueta explica a EscalaBCN que “tenemos la mejor oferta enoturística del mundo, comparable a la existente en Napa Valley (Estados Unidos) y en Alsacia (Francia)”. A menos de una hora de viaje desde Barcelona se encuentran más de 300 bodegas y, en dos horas, unas 600.
Roqueta afirma que el sector debe “saber llegar” a los cruceristas que pernoctan en Barcelona y pasan en la ciudad varios días, contratando excursiones. Por ello, la asociación promueve la creación en Barcelona de la Catalan Wine House, un centro de divulgación de la cultura del vino catalán. El objetivo es impulsar la visita a la Cataluña vinícola, dando a conocer las “rutas del vino” y promoviendo un turismo “saludable, sostenible y, sobre todo, respetuoso con el medio ambiente”.
El 6% de los enoturistas que visitan las bodegas catalanas pernoctan en cruceros. La gran mayoría proceden de mercados emisores europeos y de los Estados Unidos
Turisme de Barcelona
Barcelona tiene una historia de amor longeva de más de 2000 años con el vino, desde la época romana. Hoy pervive más que nunca ya que la tradición del vino está muy presente en la vida social y cultural de Cataluña. El vino y el cava son inseparables de la gastronomía catalana y su fama llega a todos los rincones del mundo. De esto precisamente hablamos en anteriores artículos donde los máximos representantes de bodegas de las principales navieras, nos explicaban el protagonismo creciente de los vinos catalanes a bordo.
El sector vinícola catalán registra una producción anual alrededor de 380 millones de botellas, la mitad de las cuales son exportadas al extranjero. Los cruceristas comienzan a saberlo y algunos optan ya por conocer de primera mano como se elaboran estos cultivos en las 71.000 hectáreas de viñedos repartidos por toda la comunidad que hacen florecer 33 variedades de uvas diferentes, 16 de uva blanca y 17 de uva tinta en las 11 denominaciones de origen diferentes que existen en el territorio.
El caso de Artcava
En la D.O Penedès encontramos más de 300 bodegas. Una de ellas es Artcava que elabora 18.000 botellas anuales de manera artesanal. En 2018 un total de 1.860 personas han optado por su visita degustación, 1.302 de las cuales provenían de cruceros, lo que quiere decir el 70% de las visitas. Un aumento considerable en relación al año anterior que recibieron 1.235 personas en total, 865 venían de los cruceros. Con un poder adquisitivo alto, el crucerista desembolsa una media de 62 euros para la degustación y la visita a la bodega. La gran mayoría (el 80%) son británicos y americanos, según nos comenta Enric Enguita, CEO de Artcava.
La primera parada, de todos modos, la tienen los cruceristas, si lo desean, a pie de barco, en el Punto de Información de Enoturismo y Vinos del Mirador de Colón, dónde se pueden degustar 70 referencias de vinos de las Denominaciones de Origen de Barcelona antes o después de subir por el interior de la columna de estilo corintio del año 1888 hasta el mirador a 60 metros de altura para disfrutar de unas magníficas vistas panorámicas de la ciudad, del puerto y de su propio barco. Con una entrada media de 8 euros, que incluye dos copas de degustación y la visita al mirador, han sido 73.879 turistas los que han optado por este primer contacto antes de trasladarse a las viñas, según datos de Turisme de Barcelona. El 6% son cruceristas, lo que representa un total de 4.433.
Los datos coinciden con los de la Agencia Catalana de Turismo que asegura que el 6% de los enoturistas que visitan las bodegas catalanas pernoctan en cruceros. La gran mayoría proceden de mercados emisores europeos y de los Estados Unidos, dónde el vino y el cava catalán gozan de una fama creciente de la que un viajero de esta tipología no suele dejar pasar (y disfrutar) si se le ofrece la ocasión.