por Gonzalo Pérez
¿Beneficia el turismo de cruceros a otras áreas económicas? Esta pregunta podría quedar rápidamente respondida en esta segunda parte de la entrevista que EscalaBcn realizó al que ha sido uno de los Directivos históricos del Port de Barcelona. Desde su tarea como Director Comercial del puerto, Juan Madrid tuvo claro que el equipo que comenzó a andar, con muchos menos medios que ahora, en los años 80, se ponía al servicio de los cruceros con un primer objetivo: vencer las reticencias de un sector que realiza previamente muchos estudios antes de decidirse por un lugar u otro desde donde establecer sus rutas. Las reticencias iniciales sobre el posible calado del puerto y la capacidad de servicio del mismo fueron rápidamente dejadas de lado en cuanto barcos, que por aquel entonces raramente salían de rutas sobradamente rentables, hicieron exitosas escalas en nuestra ciudad. La Barcelona de los 80 comenzó a seducir al crucerista norteamericano. La labor del equipo comercial de cruceros de Juan Madrid tuvo que ir más allá: si en la primera parte de la entrevista vimos como los hoteleros y el gremio de restauración de Barcelona expresó su satisfacción por la llegada de los cruceros, poniendo a disposición de este nuevo visitante habitaciones que en circunstancias anteriores hubiesen estado cerradas, ahora tocaba negociar con las aerolíneas.
‘No conozco ciudad en el mundo que, conocidos los beneficios que conlleva, no quiera tener cruceros’ afirma Juan Madrid
En anteriores artículos de EscalaBarcelona hemos hablado de cómo el hecho de que Barcelona se haya establecido como puerto base para las principales operadoras de cruceros que hay en el mercado, ha favorecido el establecimiento de rutas aéreas con Estados Unidos y, recientemente también, con Asia. Lo que no se conoce del todo es que fue precisamente el equipo de Juan Madrid el que negoció directamente con operadoras como Delta Airlines para que ésto fuese posible. Trabajar para que un puerto se convierta en el ‘Home port’ de muchas navieras no es tarea fácil. ‘No conozco ciudad en el mundo que, conocidos los beneficios que conlleva, no quiera tener cruceros’ afirma Juan Madrid. Pocas navieras hubiesen establecido su base en el mediterráneo aquí sino hubiese sido por el esfuerzo en unir Barcelona con Estados Unidos por aire para facilitar así la llegada de sus clientes. Hoy en día sigue siendo así y Barcelona disfruta de enlaces excelentes con el continente americano en muchos casos gracias a las rutas de cruceros que operan desde nuestra ciudad.
Moll Adossat
En la primera parte de la entrevista vimos también cómo el equipo del Sr. Madrid improvisó una zona muy concreta del puerto, el conocido ahora como Moll Adossat, situado en una zona apartada del puerto, para dar servicio a los primeros barcos de cruceros que llegaban a la ciudad. Lo hacían por dos razones muy concretas: necesidad de espacio de desembarque y capacidad de calado para el barco. El Moll Adossat, había quedado deslindado de la ciudad y del propio puerto tras la apertura de la bocana cercana al histórico ‘rompeolas’. Entonces era apenas una área cuyo único valor era además contar con instalaciones (naves) que se podían poner al servicio de un viajero que, por su nivel de exigencia, pronto demandaría instalaciones más adecuadas.
Fueron las Olimpiadas del 92 las que acabaron de demostrar que tanto Barcelona como su puerto eran capaces de organizar un evento de gran envergadura y además, de saber integrar definitivamente su pasado marítimo a la ciudad
Pero otra de las razones desconocidas de elegir este punto del puerto como lugar de emplazamiento de las nuevas terminales de cruceros en Barcelona no sólo residió en la comodidad y en la apuesta creciente de las navieras por construir nuevas y modernas terminales. El que es el lugar actual de embarque y desembarque de cruceristas estaba alejado de la ciudad, mucho más que las propias terminales de ferries. Esto implicaba menor saturación, pero además a ésto se sumaba un aliado insospechado: la sostenibilidad. Al estar este muelle situado en una zona que los vientos terrales (como es el conocido como ‘Garbí’) sopla continuamente paralelo a la costa, esta cuestión ayudaba de sobremanera a disipar las posibles emisiones de los barcos evitando que en gran medida entren a la ciudad. Ésto, que siempre se ha de sumar al esfuerzo que todas las navieras llevan a cabo por reducir sus emisiones (ya sea mediante el uso del gas natural licuado, la optimización energética o los filtros equipados de limpieza de gases) supuso (y supone) una gran y desconocida ventaja que ahora se suma a la iniciativa del puerto por facilitar cuanto antes la conexión eléctrica de los buques.
Cruceros habilitados como hotel en Barcelona 92
¿Cuál fue el momento en el que navieras con reconocido prestigio a nivel mundial tuvieron definitivamente claro que Barcelona iba a estar entre sus puertos de embarque favoritos? La seguridad, el atractivo de la ciudad, las interconexiones aéreas logradas, y la capacidad del puerto de dar cabida y servicio a buques de gran calado habían quedado claras. Pero fueron las Olimpiadas del 92 las que acabaron de demostrar que tanto Barcelona como su puerto eran capaces de organizar un evento de gran envergadura y además, de saber integrar definitivamente su pasado marítimo a la ciudad. Si algo le gusta a un crucerista es el mar. Una ciudad con un estilo de vida mediterráneo y conectado a su costa añadiría un atractivo especial a los muchos que ya tenía Barcelona… Pero ésta seguía siendo de alguna manera su asignatura pendiente: ningún recorrido turístico de aquel entonces empezaba ni acababa en ningún puerto ni en ninguna playa de la ciudad.
Aquel año nuestra ciudad reacondicionó tres puertos: el Olímpico, en frente de la Villa donde se alojaban los atletas, el Port Vell que recuperaba para los ciudadanos de Barcelona un amplio paseo que lo circundaba (y hasta hacía poco ocupado por naves industriales) y, finalmente, el Puerto de Barcelona que se convertiría además en pieza fundamental en el alojamiento de muchas delegaciones comerciales y comitivas del Comité Olímpico. Nada menos que 10 barcos de cruceros se habilitaron como hoteles flotantes durante las semanas que duraron los juegos Olímpicos y Paralímpicos. Si en la primera parte del artículo se habló de cómo Barcelona no vivía de cara a sus puertos y su realidad marinera, éste fue el momento clave en que dejó de ser así. Las navieras también lo vieron; Barcelona a partir de ese momento sería incontestable como argumento a la hora de presentar sus mejores barcos al mundo.
Queda por delante el futuro; las nuevas terminales por construir y la apuesta continua de una industria que ha sabido entender que Barcelona es una ciudad a la que cuidar y promocionar atrayendo visitantes de valor. La prueba está en que barcos como el MSC Grandiosa, Costa Smeralda, Aida Nova y tantos equipados con los últimos avances medioambientales son presentados año tras año en una ciudad que ha encontrado en la actividad de sus puertos uno de sus mejores aliados.