La popular cadena gastronómica de Barcelona es ya un pilar clave para la difusión internacional del buen jamón. Su fundador nos habla de la estrecha relación de su marca con los visitantes que llegan en crucero
por Toni Rubíes
Enrique Tomás (Badalona, 1966) es la viva representación de la pasión por el buen hacer en el sentido de su máxima expresión. El creador del negocio del mismo nombre encarna unos valores que le han llevado a consolidar un modelo de éxito que le ha permitido recientemente superar con brío la crisis derivada de la pandemia y expandir su cadena de establecimientos internacionalmente a 11 países, con la perspectiva incluso de llegar a otros cuatro en los próximos años. Esto se traduce en que la cadena suma ya un total de 130 puntos de venta a nivel global. El propietario de esta cadena de establecimientos de degustación de jamón considera “vital” para el éxito de su negocio el turismo, y en particular los visitantes que llegan en crucero. Y nos pone ejemplos claros de por qué.
Excelencia desde la honestidad profesional
Enrique Tomás ha superado recientemente los mil empleados, y en 2022 facturaron como sociedad 84 millones de euros, aunque la marca facturó más de 100 millones (quedan algunos franquiciados y operadores que venden con su marca y producto). La fórmula para él es sencilla: “Tenemos que cuidar el turismo, hay que ofrecerle un producto de calidad al mejor precio, sin injustas diferenciaciones con respecto al cliente local, desde la honestidad profesional”.
”Nuestro primer local en el C.C Maremagnum fue donde nos dimos cuenta del potencial de los visitantes que llegan en crucero, y que ahora son clientes habituales al menos en ocho de nuestros locales de Barcelona”
La filosofía empresarial de Enrique Tomás consiste en un servicio de calidad basado en la experiencia gastronómica en torno a la degustación de jamones, lo que además se une a la buena relación calidad-precio y a la distribución de locales en puntos estratégicos que acerquen el jamón de manera amigable tanto al residente en la ciudad como al visitante.
En Barcelona, atrae como un imán a viajeros, que cada vez tienen más fácil acceso a la compra o degustación del que es producto estrella nacional. “De esta forma, a la vez que cuidamos al turista, contribuimos a la difusión del jamón alrededor del mundo”, nos comenta, orgulloso, el propietario de la cadena. Y es que Enrique Tomás tiene muy claro que hay que proyectar al exterior la imagen del país desde el respeto por unos valores culturales, sociales y empresariales… y qué mejor que hacerlo "con uno de nuestros más valiosos embajadores”, en sus propias palabras.
Ese conjunto de valores prevalece y los ha sabido transmitir, tanto internamente en los distintos departamentos de la empresa como externamente, de cara al público, y en especial a los visitantes de la ciudad, como por ejemplo en el caso de los viajeros que llegan en crucero.
La icónica tienda del Maremagnum
El mejor ejemplo de ese romance con los visitantes que llegan en crucero, en sus principios para él ”inexplicable”, fue el de su tienda del centro comercial Maremagnum, ya cerrada. “Ese fue nuestro punto de inflexión definitivo”, comenta. En ese lugar ocurrió algo muy especial: los visitantes que empezaron a llegar en crucero a Barcelona se convirtieron en ese punto de venta en un perfil de cliente muy importante para Enrique Tomás. Lo cuenta así: “Allá por el año 2009, teníamos un pequeño establecimiento en el Maremagnum, pero no nos habían dado una buena localización y apenas tenía visibilidad. Nunca imaginé que llegaríamos a vender tanto en esa tienda”.
Muchos de los grupos de visitantes que pasaban por allí se rindieron desde el principio al placer del jamón. Se llevaban todo el que podían, contribuyendo así a la buena marcha de su negocio.
“No sé si era zona de su ruta (por cercanía al puerto de escala) o los llevaba algún guía local, pero la tienda se nos llenaba de visitantes recién llegados en crucero”, afirma Enrique Tomás. Sin embargo, tuvo que dejar el local por intereses y presiones de una importante cadena de comida rápida norteamericana.
“Pero fue donde nos dimos cuenta”, prosigue, “del potencial de los visitantes que llegan en crucero, y que ahora son clientes habituales al menos en ocho de nuestros locales de Barcelona”. Muestra clara de esto es su establecimiento en la terminal A de cruceros, dedicado íntegramente a dar servicio a viajeros que llegan en barco y en el que además de jamón encuentran toda una gama de productos locales, entre los que no puede faltar, por supuesto, el cava o el vino de D.O. Catalunya. De hecho, Enrique Tomás tiene su propio vino elaborado en la Conca del Barberá.
”Abrimos nuevos locales en sitios de gran afluencia turística, como en la terminal B del Port de Barcelona, entre la entrada y la salida de visitantes que llegan a la ciudad en crucero. Y claro, tanto cuando llegan como cuando se van, la tentación del jamón siempre está ahí…”
Pero además de este del Moll Adossat, el de la calle Rogent (primer local en abrir en Barcelona), dos en la avenida Diagonal, otros en las calles Ferran y Santa Anna y también uno en el Centro Comercial Las Arenas, tienen en esta modalidad de viajeros a uno de sus grupos más fieles. Incluso algunas navieras como MSC Cruceros proponen en una sus excursiones la parada en una tienda Enrique Tomás, para degustar jamón y como idea de regalo.
La relación que se establece entre las tiendas Enrique Tomás y los visitantes que llegan en crucero sigue una pauta clara de fidelización, dado que, una vez que descubren las diferentes formas de disfrutar del buen jamón y la experiencia de conocer sus distintas variantes, repiten. De esta forma, se establece una conexión con Barcelona que va incluso más allá de lo experiencial: es un vínculo emocional a través de uno de nuestros productos gastronómicos de mayor valor, que además se pueden llevar a casa.
Ese vínculo emocional no dudan en calificarlo en la empresa de ”éxito comercial”, y les ha llevado a incrementar la plantilla hasta los mil empleados. ”Abrimos nuevos locales en sitios de gran afluencia turística, como en la terminal B del Port de Barcelona, entre la entrada y la salida de visitantes que llegan a la ciudad en crucero. Y claro, tanto cuando llegan como cuando se van, la tentación del jamón siempre está ahí, gracias a Enrique Tomás. Además, pueden encontrarlo en muchos otros puntos de la ciudad y degustarlo de muchas formas, desde el mítico bocadillo hasta otras más atrevidas”, explica el empresario.
El cucurucho de dados de jamón, una idea pionera
La variedad de formatos para degustar el jamón es otra de las virtudes creativas de Enrique Tomás. ”El célebre cucurucho de dados de jamón”, relata, ”fue un invento nuestro que enseguida se popularizó… Ahora puedes encontrar cualquier cosa con la base de cucurucho, pero fuimos pioneros en adoptar la idea para que los visitantes tuvieran una forma fácil, cómoda y portable de comer el jamón”.
En expansión
Este innovador empresario también ha puesto en marcha puntos de venta en establecimientos turísticos, como en el Hotel Crystal Palace, proyecto de éxito que se irá ampliando en los próximos años. Es, sin duda, la revolución del jamón en la ciudad, que deleita a los viajeros por su oferta gastronómica, y que tiene también un importante impacto económico por la ocupación que genera. Todos tenemos muy claro la importancia de cuidar al visitante, ofreciéndole no sólo el mejor producto, sino también la mejor experiencia ligada a nuestro producto estrella. ”Todos tenemos muy claro la importancia de cuidar al visitante, ofreciéndole no sólo el mejor producto, sino también la mejor experiencia ligada a nuestro producto estrella”, sentencia Enrique Tomás.
Créditos: Archivo foto de la empresa y privadas aportación de Enrique Tomás